La leyenda del Drac de na Coca es una de las más emblemáticas de Palma de Mallorca, fusionando historia y mito en el imaginario colectivo de la ciudad.
La leyenda
Hacia 1776, los habitantes de la calle de la Portella, cerca de la Catedral de Palma, vivían atemorizados por la aparición nocturna de una criatura descrita como un dragón. Se le atribuían desapariciones de niños y se escuchaban ruidos inquietantes durante la noche. Una noche, el noble caballero Bartomeu Coc, al dirigirse a casa de su prometida por la mencionada calle, se encontró con la bestia. Desenvainando su espada, logró darle muerte. Al examinarla, descubrieron que se trataba de un cocodrilo, cuya presencia en la isla sigue siendo un misterio, aunque se especula que pudo haber llegado a través de algún barco y haberse refugiado en las alcantarillas de Palma.
El nombre «Drac de na Coca»
El nombre de la criatura proviene de la esposa de Bartomeu Coc, conocida como «na Coca». Tras la hazaña, el caballero regaló el cuerpo disecado del cocodrilo a su esposa, consolidando así el nombre de la leyenda.
Preservación y legado
El cocodrilo disecado fue conservado por la familia y, con el tiempo, donado al Museo Diocesano de Mallorca, donde aún puede ser visitado.
Representación en festividades
En 2011, el Ayuntamiento de Palma encargó al artista Kake Portas la creación de una réplica del Drac de na Coca para participar en las festividades locales. Desde entonces, esta figura forma parte de eventos como los «correfocs» durante las celebraciones de Sant Sebastià y Sant Joan, donde recorre las calles lanzando fuego y animando a los asistentes.
Esta leyenda, más allá de su origen histórico, se ha convertido en un símbolo cultural de Palma, reflejando la riqueza de las tradiciones y el folklore mallorquín.